martes, 12 de febrero de 2008




Me acomodé frente al poste de madera de varios metros, confiado que la espera valdría la pena, que lo vería. Estaba equipado para la ocasión.
Meses atrás distinguí en ese poste un pájaro carpintero que nunca había percibido. Aquí abundan los carpinteros comunes, yo que soy nulo para los sonidos, reconozco con facilidad el trinar de estas aves. Este espécimen era distinto, para mi una rareza, lo recuerdo todo negro con una enorme cresta de rojo intenso. No se si por la emoción, pero lo vi grande, el doble de la especie común. En un libro observé una ilustración de uno muy parecido pero con una franja blanca en la cabeza o cerca de la espalda. Soñaba fotografiarlo y confirmar que era el mismo.
De repente divisé la llegada de un carpintero común adulto y desde el hueco en el poste escuché el sonido característico de la especie, pero como apagado, sin el volumen acostumbrado; era el mismo nido de aquel de hace meses.
Continué apostado, atento y listo para el disparo de la cámara.
En minutos asomó la cabeza, no había duda que era un pichón. Continué paciente e hice muchas tomas. Algunas las hallo preciosas.
No logré el carpintero negro, a cambió disfruté de un espectáculo maravilloso de la naturaleza; con este par de imágenes comparto una mínima fracción de mi vivencia.

domingo, 10 de febrero de 2008

Sangretoro


Mientras leía y comentaba frente a mi pantalla me robó la atención un piar. Miré hacia la ventana y allí estaba contemplándome un precioso sangretoro; perdonen el pleonasmo, decir sangretoro y precioso es una redundancia. Para los que no lo conocen es un pájaro de color negro con intensas manchas de un rojo sangre. Me miró. Lo miré, nos miramos y después de unos minutos remontó vuelo. El instante me pareció maravilloso, pero no es inusual, es frecuente la presencia de aves en este rincón de la ciudad de Panamá en donde resido. En una ocasión anidaron cerca unos halconcillos y el pichón se pavoneaba alegremente por la poca concurrida calle frente al edificio.Y que decir de la bandada de loros y pericos que en cierta temporada incomoda a algunos con su bullicio, pero yo disfruto viéndolos y me preguntó si siempre tendremos ese privilegio, si la vorágine del urbanismo dejará algo de este espectáculo para los que vienen. (3:oopm del 26 de junio de 2007)

Céfiro de verano.


Ahora que aquí estamos de "verano", realmente sólo es una época seca, que se supone sin lluvias. Pero este año tenemos las travesuras de La Niña, que aquí no han causado los estragos que he leído de Ecuador y Bolivia. Como dice mi querida amiga chilena Soni, se me ocurrió esta lesera.

El verano en Panamá
coincide con el austral
y lo refresca el viento boreal.
nuestros queridos alisios.
A veces se dan con tanta fuerza,
que como cometa de niño
pudieran llevarme hasta tu puerta.
Pero es sólo la quimera
de uno estancado en el centro
que espera que la fuerza del norte
lo lleve a donde él no puede hacerlo.
Pesado para que me arrastre el viento
sólo me acaricia la brisa
mientras rumio mi estéril sueño